(Versión en
castellano de la introducción a La norme linguistique)
por Jacques
Maurais
1. La tradición de la norma
La necesidad de preservar los textos sagrados védicos y de velar por que
las palabras utilizadas en el ritual se pronunciasen de forma correcta llevó
muy pronto a los Hindúes a reflexionar sobre la lengua. Se desarrolló una
tradición propia a la India, la cual alcanzó una cima en el siglo V antes de
Cristo, en la Astadhyayi de Panini. Punto de llegada de las preocupaciones
religiosas seculares sobre el lenguaje, el Astadhyayi se revela curiosamente,
como lo explica JOHN D. SMITH, una descripción, no del uso védico sino de la
lengua de los contemporáneos de Panini, pues, según toda verosimilitud, este
último no tenía conciencia de la diacronía y, para él, la lengua védica era más
una variedad, un estilo, que un estado anterior del sánscrito. Esta situación es
totalmente sorprendente si se compara la gramática de Panini con la gramática
latina de Prisciano (hacia 500 después de Cristo) que no cita ningún autor
posterior a la mitad del siglo II después de Cristo (cf. Charpin, 1980: 30):
mientras que para Prisciano la gramática ha de describir la lengua de los
autores clásicos (los que vivieron por lo menos medio milenario antes que él),
Panini describe la lengua de su época en una obra no sólo descriptiva sino
prescriptiva, que se revela de una gran complejidad y un gran poder
explicativo.
Solamente en el siglo XIX podrá la ciencia lingüística occidental igualar
la obra de Panini, y habrá que esperar hasta principios del siglo XX para que,
gracias en particular a Ferdinand de Saussure, empiece finalmente a imponerse
la descripción sincrónica del uso contemporáneo.
Hasta que, a finales del siglo XVIII y a principios del siglo XIX, tras los
trabajos de Sir William Jones y la fundación (1815), en el Colegio de Francia,
de la primera cátedra de sánscrito en Occidente (cf. Schwab, 1950: 86-87),
Europa tomó contacto con el pensamiento lingüístico de la India, la reflexión
gramatical europea estuvo basada casi únicamente en la herencia de la
Antigüedad clásica, lo cual condicionaría la forma misma de nuestra gramática tradicional,
hasta el punto de que se ha podido afirmar que hubiera sido distinta si
Aristóteles hubiera hablado una lengua distinta del griego (cf. Benveniste,
1958 sobre las relaciones entre categorías de lengua y categorías de
pensamiento).
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La bibliografía
será publicada en la última entrada de esta serie.
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