La experiencia de Quebec en la planificación de las lenguas
por Jacques Maurais
SIMPOSIO "LA LENGUA Y EL DERECHO"
Asociación Mexicana de Lingüística Aplicada
Universidad Autónoma Metropolitana
Plantel de Iztapalapa
8 y 9 de noviembre de 1988
Introducción
Para comenzar es preciso proporcionar una explicación de terminología en referencia a la palabra "planificación" la cual ha sido escogida como parte del título de mi ponencia por el comité organizador de este simposio. El equivalente francés de esta palabra, "planification" ("planification linguistique"), se puede decir que casi no se utiliza en Quebec e incluso en Francia se usa cada vez menos.
El término original inglés, language planning, fue propuesto por el lingüista norteamericano Einar Haugen a finales de los años 50, es decir en una época en la cual el concepto de social planning, de planificación social, estaba muy a la moda. En Quebec se rechazó la traducción literal planification linguistique porque tenía connotaciones intervencionistas del Estado y los sectores influyentes, especialmente de la economía, no querían que el gobierno quebequense adoptara más que medidas de incentivo con respecto a la promoción del idioma francés. El término adoptado fue aménagement linguistique, o sea arreglo y ordenamiento lingüístico; aménagement linguistique más bien permite evocar esfuerzos a medio o largo plazo para aprovechar un recurso colectivo, el idioma o los idiomas, con respecto a las necesidades y a los intereses de la nación de acuerdo con un plan flexible que oriente la evolución de la sociedad sin tratarla bruscamente ni precipitarla, sino que por el contrario exija su adhesión y su participación.
Para dar una imagen más completa, hay que añadir que la escuela catalana de sociolingüística ha propuesto el término normalizació lingüística en el marco del concepto del conflicto lingüístico, el cual ha sido elaborado por dicha escuela. La normalización lingüística, según el sociolingüista valenciano Lluís V. Aracil, consiste en reorganizar las funciones lingüísticas de la sociedad de manera a readaptar las funciones sociales de la lengua a condiciones externas cambiantes; por consiguiente, una verdadera normalización no puede limitarse a aspectos puramente lingüísticos. La normalización es una macro-decisión parecida a las macro-decisiones económicas y tiende a reorientar el futuro de una comunidad lingüística; esto supone el ejercicio de cierto poder y, por eso, exige la independencia política, o por lo menos cierto grado de autonomía (cf. Aracil, 1982 y cita en Daoust y Maurais, 1987:12-13). Además de lo anteriormente expuesto no debemos olvidar que una gran parte del significado de la palabra normalización se complementa en el marco del conflicto lingüístico por su antítesis substitución oasimilación, es decir, lo que representa el fracaso o la imposibilidad de la misma normalización.
Como puede deducirse de esta breve presentación, planificación lingüística, normalización y aménagement linguistique son, en la práctica, palabras ampliamente parecidas pero que tienen connotaciones bastante diferentes. La misma palabra planificación connota más la intervención del Estado. El concepto de normalización sin embargo supone la existencia de una situación inadaptada que hay que readaptar al curso de la historia para que se vuelvanormal, como lo indica la palabra misma. En cuanto al aménagement linguistique o ordenamiento lingüístico se refiere, éste es un concepto que se fundamenta en el mito o en el ideal de la coexistencia pacífica de los idiomas ya que su base es una intención de consenso social con respecto a un proyecto lingüístico colectivo. Esta situación en efecto corresponde a la realidad de Quebec: en Quebec hay un apoyo mayoritario de los francófonos hacia la legislación lingüística adoptada en 1977 (tres cuartos de los francófonos según un sondeo de 1977, cf. Monnier 1986) y ese apoyo popular ha incluso impedido que el gobierno elegido en 1985 modificara esta ley, especialemente el artículo 58 el cual exige que la rotulación comercial se haga unicamente en francés. Este tema será tratado posteriormente.
Al presentar un ejemplo de planificación lingüística, lo habitual es empezar con la intervención sobre el estatus de los idiomas o de las variedades lingüísticas (status planning) y a continuación presentar la intervención sobre el mismo idioma, o sea a lo que Kloss llamó de manera equivocada corpus planning ya que no se trata de un corpus en sí mismo sino de la totalidad de un sistema lingüístico. Por falta de tiempo, sólo el primer aspecto, o sea la planificación del estatus de los idiomas, será presentado.
La oficialización del francés
A primera impresión al ver el texto de la ley lingüística de Quebec, la Carta de la lengua francesa, la llamada "ley 101", se podría pensar que ésta tiene un carácter exhaustivo ya que está compuesta por 232 artículos. Es verdad que la Carta de la lengua francesa afecta muchos sectores de la vida colectiva o, mejor dicho, muchos dominios lingüísticos para utilizar la terminología de la sociolingüística, sin embargo otros dominios muy importantes desde el punto de vista lingüístico no están presentes: por ejemplo, el sector de los medios de comunicación o el de la enseñanza postsecundaria. En comparación con otras legislaciones extranjeras como la legislación lingüística de Francia o la de Colombia, la de Quebec a pesar de todo es más completa: en Francia, el decreto de 1972 impone en ciertas circunstancias el uso de palabras definidas por comisiones estatales de terminología y la ley de 1975 prohibe el uso de palabras extranjeras cuando existen sus equivalentes en francés. La misma ley exige la presencia en ciertas circunstancias del idioma francés sin que éste sea exclusivo (en este último caso, se trata más bien de una ley de protección al consumidor). La ley 14 de Colombia (5 de marzo de 1979) contrariamente a la ley francesa impone el uso exclusivo del castellano, principalmente en la rotulación, en los anuncios, en las razones sociales y en las marcas registradas.
En comparación con las leyes anteriormente mencionadas, el preámbulo de la Carta de la lengua francesa reconoce que el idioma francés permite al pueblo quebequense expresar su identidad. Además la Asemblea Nacional afirma que el francés sea el idioma normal y habitual del trabajo, de la enseñanza, del comercio y de los negocios. Del primer artículo de la Carta el cual establece el francés como idioma oficial de la provincia se desprenden una serie de medidas en diferentes areas:
1. En el area jurídica (legislación y justicia), la redacción original de la Carta en su capítulo tercero imponía que sólo el texto francés de las leyes tuviera valor oficial; además, las personas civiles, contrariamente a las personas naturales, no podrían eligir entre un proceso en francés o en inglés pero debían seguirlo en el idioma oficial de la provincia. Este capítulo tercero de la Carta, relativo a la lengua de la legislación y de la justicia, fue rechazado por el Tribunal Supremo de Canadá por considerarse inconstitucional. Cabe señalar que para redactar lo establecido en ese capítulo Quebec se había inspirado en una ley adoptada por la provincia de Manitoba en 1890 la cual abolía el carácter oficial del francés en dicha provincia y que al momento de votar la Carta de la lengua francesa aún seguía vigente. El Tribunal Supremo de Canadá, al condenar la legislación quebequense después de sólo dos años de vigencia, tuvo también que rechazar la ley de Manitoba, en este caso con casi 90 años de retraso (el caso es interesante porque, técnicamente, esa decisión creaba un vacío jurídico, ya que todas las leyes adoptadas sólo en inglés debían ser consideradas como inválidas).
2. En el area de la Administración Pública, las comunicaciones por escrito se hacen en francés, con algunas excepciones: por ejemplo, las personas naturales pueden comunicarse con el Estado en su idioma de uso diario e igualmente, en circunstancias muy particulares, la ley permite que municipios, organismos escolares, servicios sociales y de salud se declaren bilingües. Hay así municipios bilingües (francés-inglés) y, por lo menos, un hospital italiano-francés y un hospicio de ancianos polaco-francés.
3. En el campo de la enseñanza, sólo tienen derecho de assistir a la escuela inglesa los niños cuyo padre o cuya madre ha frecuentado la escuela primaria inglesa en Canadá. Los francófonos al igual que los inmigrantes llegados después de 1977 tienen que mandar sus niños a la escuela francesa. En 1977, el 20 % de los niños llamados alófonos (o sea de habla ni francesa ni inglesa) estaban en escuelas francesas; diez años después este porcentaje había aumentado a 65 %. Con esa medida se puede esperar que la adopción del inglés como idioma habitual por parte de los inmigrantes cese aún y cuando la ley ne afecta los niveles preuniversitario y universitario donde sigue vigente el derecho de eligir la enseñanza en francés o en inglés.
4. En el dominio del trabajo, los profesionales (médicos, dentistas, enfermeros, arquitectos, etc.) no francófonos procedientes del extranjero o de otras provincias canadienses y que no son egresados de instituciones francófonas en el extranjero tienen que aprobar un examen lingüístico preparado por el Instituto de la Lengua Francesa (Office de la langue française) para obtener el derecho de ejercer su profesión en Quebec. Además, muchos artículos de la Carta de la lengua francesa imponen el francés como el idioma normal y habitual en el trabajo; éste es, en verdad, el eje de la legislación lingüística y ha sido definido como tal por los gobiernos sucesivos.
5. Como último punto, se puede subrayar el hecho de que muchos artículos de la Carta tienen que ver con el llamado "rostro francés de Quebec". Estos son artículos que declaran que sólo el francés se puede utilizar en la señalización del tráfico, en las razones sociales, en la rotulación de la Administración Pública y en la rotulación comercial. Por supuesto, la ley tiene excepciones en caso de mensajes ideológicos, políticos, religiosos o humanitarios si vienen de organismos no lucrativos. El problema del "rostro francés de Quebec" sigue siendo el más agudo para la opinión pública desde hace unos tres años. Este aspecto será tratado más adelante.
Los derechos de la minoría
Comenzaremos por hablar de los derechos de la minoría de habla inglesa, dejando de lado por el momento la cuestión de los indígenas.
La minoría anglófona constituye el 12,3 % de la población de Quebec o el 7,9 % si se considera sólo el origen étnico británico, pero es la mayoría nacional y continental. Hace poco, se pudo leer en un diario un comentario según el cual la minoría anglófona de Quebec era 49 veces más numerosa que la mayoría francófona. Esa paradoja describe bien la situación y demuestra que la Carta de la lengua francesa define más bien las relaciones entre dos mayorías que entre una mayoría y una minoría.
En 1983, la Asemblea Nacional añadió un párrafo al preámbulo de la Carta de la lengua francesa para reconocer la contribución de los anglófonos: "La Asemblea Nacional quiere proseguir el objetivo [de francización] en un espíritu de apertura y de justicia y en el respecto de las instituciones de la comunidad quebequense de habla inglesa así como el respeto de las minorías étnicas cuya preciosa contribución al desarrollo de Quebec es bien reconocida". Sumado a esto, en 1986 la Asemblea Nacional adoptó una ley para garantizar servicios en inglés en hospitales y demás instituciones sociales y de salud.
Por falta de tiempo, sólo dos aspectos de los derechos garantizados a la minoría anglófona: el derecho a que ciertos municipios y organismos sean bilingües y los derechos escolares, serán tratados.
En los municipios y organismos bilingües (servicios sociales y de salud), se pueden utilizar el idioma oficial y otro idioma en la denominación de dichas instituciones, en sus comunicaciones internas y en las comunicaciones entre dichas instituciones. Dos personas pueden utilizar cualquier idioma en sus comunicaciones escritas salvo que la institución tiene el deber de proporcionar una versión francesa a cualquier persona en ejercicio de sus funciones que la pida. Las historias clínicas se pueden redactar en francés o en inglés pero la dirección de la institución puede decidir que sólo se utilice el francés. Los resúmenes de las historias clínicas deben ser proporcionados en francés a quien los pida. En las instituciones de enseñanza no es preciso utilizar el idioma oficial en las comunicaciones de orden pedagógico.
En cuanto a los derechos escolares se refiere, sólo los niños cuyo padre o cuya madre ha frecuentado la escuela inglesa en Canadá tienen el derecho a ir a la escuela inglesa en Quebec. Sin embargo la ley también añade que se debe dar la posibilidad de ir a la escuela inglesa a cada niño admisible a la enseñanza en inglés. Esto es una garantía mejor que la que existe en la Constitución canadiense la cual preve que cada provincia tiene el deber de ofrecer clases en la lengua de la minoría sólo cuando el número de niños justifica las instalaciones de enseñanza en la lengua oficial minoritaria.
Para finalizar este punto, hay que señalar que la Carta de la lengua francesa no restringe de ningún modo el acceso a los colegios preuniversitarios y a las universidades cuyo idioma de enseñanza es el inglés y tampoco afecta a los medios de comunicación. Además un artículo establece que se puede utilizar cualquier idioma en complementaridad con el idioma oficial o sin él, mientras la ley no exija el uso exclusivo del idioma oficial.
Los derechos de los indígenas
En cuanto a los derechos lingüísticos de los Amerindios se refiere, el preámbulo de la Carta de la lengua francesa establece el principio siguiente: "La Asemblea Nacional reconoce a los Amerindios y a los Inuit, descendientes de los primeros habitantes del pais, el derecho que tienen de mantener y desarrollar su idioma y su cultura de origen".
La Carta no hace ninguna restricción en la enseñanza en idiomas amerindios o en inuktitut pero sí impone el objetivo que el francés sea utilizado como uno de los idiomas de enseñanza para que los alumnos puedan proseguir sus estudios en francés en colegios y universidades quebequenses si lo desean. Las instituciones amerindias e inuit pueden funcionar en su idioma pero tienen que introducir en su administración el uso del francés para las comunicaciones con el resto de Quebec. Cabe mencionar que uno de los artículos señala que la Carta no es aplicable en las reservas indígenas.
A pesar de que las estadísticas no son muy precisas se sabe que la enseñanza en idiomas indígenas ha mejorado en Quebec desde 1977, año en que se votó la Carta de la lengua francesa. Este resultado de la política de francización puede parecer paradójico pero tiene un paralelo con la situación de los inmigrantes en Montreal quienes, ante la competencia entre el francés y el inglés, han podido mantener sus idiomas de origen más facilmente que esos de Toronto. Así que no es nada sorprendente que el esfuerzo de francización, al tratar de impedir la progresión del inglés, el cual fue durante largos años el único idioma con que se administraba a los Amerindios, favorezca un mejoramiento de la situación de los idiomas indígenas.
Permítanme que aproveche la oportunidad ofrecida por esta ponencia para hacer unas proposiciones con respecto al mejoramiento del estatuto de los idiomas indígenas. En primer lugar, me parece esencial que además de los dominios tradicionales se atribuyan a los idiomas indígenas nuevos dominios de utilización, los cuales podrían ir hasta el uso del idioma minoritario de manera obligatoria. A este respecto, hay una interesante ilustración que se produjo a principios del año en curso cuando el Consejo del Departamento de Baranya en Hungría adoptó un decreto que en ciertas circunstancias obliga a que se use el idioma alemán o serbo-croata en pueblos donde viven minorías. En segundo lugar, para llevar a cabo ese programa, se necesitaría una lengua estandard, lo que por supuesto es problemático en el caso de muchos idiomas amerindios. El perfeccionamiento y el cultivo de una lengua estandard necesita de la participación de profesionales del habla, escritores, locutores de radio o televisión, etc. Sin embargo hoy en día la elaboración de tal lengua casi no puede o no debe hacerse por iniciativa personal y requiere de recursos que por lo general sólo el Estado puede proporcionar. En tercer lugar, y tal vez sea el aspecto más importante, es preciso que la aplicación de semejante política de promoción del uso de lenguas indígenas tenga una base territorial y eso implica por añadidura un cierto grado de autonomía política. Según la escuela catalana de sociolingüística, la normalización o recuperación de un idioma supone cierto grado de autonomía, lo cual es ilustrado claramente por el caso de Quebec o por el caso de Suiza donde el único idioma cuya territorialidad no está garantizada, el romanche, está retrociendo ante el alemán. En último lugar, podríamos preguntarnos si tendría éxito una política lingüística que no sea acompañada de una campaña o de una política de promoción socio-económica.
Esas son proposiciones que, aunque no son suficientes, igualmente someto a su crítica para que se discutan y se completen.
Por fín, en cuanto a los derechos de las minorías se refiere, quiero subrayar que el discurso mayoritario se caracteriza por su expansionismo, el cual tiende a culpabilizar a las minorías insistiendo en los derechos individuales, personales, como por ejemplo el derecho del padre a eligir el idioma de enseñanza de sus niños como se hace hoy en la Unión Soviética o como se hacía en Quebec hasta hace unos 15 años. El discurso minoritario, por el contrario, se caracteriza por la petición de derechos colectivos y por conceptos como la seguridad, la protección y la supervivencia.
La importancia del símbolo en la planificación lingüística
El último punto que quiero abordar en esta ponencia es la importancia del símbolo en la planificación lingüística. Ya se ha escrito que las políticas lingüísticas son medidas para lograr objetivos socioculturales, sociopolíticos y socio-económicos y que, muy a menudo, competen al orden del símbolo porque se utilizan para solucionar problemas que, en realidad, no son propiamente lingüísticos (cf. citas en Daoust y Maurais, 1897:26-27). Pero lo que por lo general no se menciona es que el símbolo puede desempeñar un papel en la planificación lingüística y eso se puede comprobar casi diariamente en Quebec desde hace unos tres años en la muy controvertida cuestión de la rotulación.
En 1977, se estableció en la Carta de la lengua francesa que la rotulación comercial sólo podía hacerse en francés. La rotulación no comercial podía, según el caso, ser bilingüe o unilingüe en otro idioma sin que fuera obligatorio utilizar el idioma oficial. El difunto primer ministro René Lévesque q.e.p.d. explicó así su rechazo del bilingüismo en la rotulación: "A su manera cada rótulo bilingüe dice al inmigrante: aquí se hablan dos idiomas, el francés y el inglés, usted elija el que quiera. El rótulo bilingüe dice al anglófono: no es preciso aprender el francés, todo es traducido" (cita en Maurais, 1987:377).
La disposición de la ley con respecto al unilingüismo francés de la rotulación ha sido aprobada en un juicio de 1982 pero rechazado en otro de 1984; desde entonces el juicio está pendiente ante el Tribunal Supremo de Canadá.
El programa del Partido Liberal que ganó las elecciones provinciales en diciembre de 1985 contenía una promesa hecha a la minoría de habla inglesa de permitir la rotulación bilingüe. La relajación en el establecimiento del unilingüismo francés en la rotulación que había empezado a manifestarse a eso de 1983 como consecuencia de la contestación de dicha disposición, aumentó a partir de 1985: en cinco meses (desde principios de octubre de 1985 hasta finales de febrero de 1986) aumentaron de un 1000 % las denuncias de infracción a la ley; eso produjo una reacción en la población de habla francesa, especialmente en sus capas más nacionalistas y hubo hasta embadurnamiento de los rótulos bilingües o en inglés. Desde hace tres años casí no pasa día alguno sin que hayan, tanto en los periódicos ingleses como en los franceses, artículos o cartas de lectores sobre el tema de la rotulación.
Los cambios en el uso del idioma en la rotulación son el reflejo del progreso o del retroceso del francés ya que los anuncios pueden ser observados por cualquiera y así que éstos constituyen una forma de medir el éxito de una política lingüística en la ciudadania. La rotulación constituye así una forma de manifestar claramente lo que Louis-Jean Calvet (1987) llama "la guerra de los idiomas".
Conclusión
En conclusión, hay que resaltar que ninguna política lingüística puede exportarse ya que las condiciones socioculturales, jurídicas, constitucionales, políticas, etc., son diferentes en cada situación. Sin embargo, sí se pueden sacar conclusiones generales. El caso de Quebec demuestra la importancia del apoyo popular para el éxito de una política lingüística y al mismo tiempo la importancia de un símbolo como manifestación de ese apoyo; ese símbolo que para el pueblo quebequense ha sido la rotulación se ha vuelto una señal tangible de éxito o de fracaso para movilizar la sociedad.
Por último punto, quiero mencionar que el caso de Quebec permite plantear el problema de la posibilidad y de la oportunidad de las políticas lingüísticas en un mundo que pone de lado las barreras económicas. Ya Canadá y Estados Unidos han firmado un tratado de Libre Cambio y eso podría tener consecuencias en el campo de las políticas lingüísticas ya que ellas podrían considerarse como obstáculos no arancelarios a la libre circulación de bienes, servicios y personas. Algunas decisiones recientes, provenientes de la jurisprudencia de la Comunidad Económica Europea con respecto al uso del idioma francés son inquietantes y precisamente terminaré mi ponencia con la presentación de dos decisiones de la Comisión de las Comunidades Europeas: la causa ISMUNIT (SG[85] D/11505 del 6.IX.1985) y la causa France Quick (SG[85] 8781 del 8.VII.1985 y SG[85] 9123 del 17.VII.1985; cf. Sparer, 1986).
En la causa ISMUNIT, un laboratorio francés exijió que el etiquetage de unos reactivos producidos por el laboratorio italiano ISMUNIT fuese redactado también en francés en lugar del unilingüismo inglés utilizado por el citado laboratorio; la Comisión decidió que la exigencia de los franceses perjudicaría el comercio y que los investigadores franceses por su formación tenían que conocer el inglés.
En la causa France Quick, esa sociedad francesa había sido condenada por un tribunal francés conforme a la ley del 31 de diciembre de 1975 por utilizar en los menús de sus restaurantes palabras del inglés como "big-cheese", "fishburger", "coffee-drink", "milk-shakes" sin traducción francesa. La Comisión de las Comunidades Europeas por su parte en un requerimiento enviado al gobierno francés en julio de 1985 a ese respecto, indicó que el juicio del tribunal francés era excesivo y que la obligación de utilizar el francés constituía un costo económico suplementario en las operaciones de importación.
Así está planteada la cuestión del porvenir de las legislaciones lingüísticas nacionales en un mundo que ha empezado a dejar de lejos sus fronteras.
Bibliografía
ARACIL, Lluís V. (1982), Papers de sociolingüística, Barcelona, Edicions de la Magrana.
CALVET, Louis-Jean (1987), La guerre des langues et les politiques linguistiques, París, Payot.
DAOUST, Denise y Jacques MAURAIS (1987), "L'aménagement linguistique" en Maurais (1987a:5-46).
MAURAIS, Jacques (1987a), Politique et aménagement linguistiques, Québec, Conseil de la langue française, París, Le Robert.
-------- (1987b), "L'expérience québécoise d'aménagement linguistique" en Maurais (1987a:361-416).
MONNIER, Daniel (1986), La perception de la situation linguistique par les Québécois, Québec, Conseil de la langue française, coll. "Documentation" no 23.
PAILLÉ, Michel (1988), "Le Québec anglophone, une comparaison sommaire avec les Franco-Ontariens", Bulletin du Conseil de la langue française, vol. 5, no 2, pp. 4-5.
SPARER, Michel (1986), Libre-échange et droit linguistique, Québec, Conseil de la langue française, coll. "Notes et documents" no 60.